La explicación a ese comentario no es complicada pero un pelín larga. Los
profesionales independientes, de actividades como la auditoría o la administración
concursal, que necesitan una habilitación previa, están siendo literalmente “echados” del sector por los grandes despachos
y firmas de consultoría de renombre. Las técnicas son bien conocidas. A las
típicas “qué guapos somos y qué tipos tenemos”,
transitando por la pasarela de los juzgados, registros y similares, así como otros sitios de
“alterne” social, desde hace años se une la presión de los lobbies sectoriales para que el
legislador disponga a su favor con "normativa a su imagen y semejanza", que en la práctica obligan a la pequeña empresa de
consultoría o al autónomo a excluirse de optar a las siempre “partículas” de
esa tremenda tarta de servicios. Todo ello ante la impávida mirada de los
representantes de las corporaciones de derecho público o la propia Administración (registros, juzgados,
…). Los primeros porque teóricamente deberían defender los intereses de sus
colegiados, pero en muchos casos son meras marionetas de la caterva, cuando no
partícipes del obscuro negocio. Los segundos porque presumiblemente asignan los
trabajos importantes a los de siempre, o al menos esa es la impresión que se percibe desde la
grada, ninguneando al resto de los componentes de las toleradas listas de peritos y expertos con migajas envenenadas, sea un concurso de persona física o una
imposible administración judicial.
Les conté las dos profesiones “regladas” de las que más
cerca estamos y de las que puedo hablar: Auditoria y Administración Concursal.
En auditoría, por ejemplo, al “independiente” lo cargan con sufridos y perennes
controles de calidad de difícil aplicación en pequeñas unidades y a unos
precios siempre desorbitados, mientras las grandes consultoras, con su
cuadrilla de extenuados colaboradores, prácticum y becarios, presuntamente “ellas
se lo guisan y ellas se lo comen”. Si serán descaradas algunas firmas de “renombre”,
que han empezado a remitir cartas a los “independientes” que todavía quedan en
el sector, ofreciéndoles sus servicios y para que les cedan las carteras. ¡Vaya
cara dura que tienen! Para más inri, luego llegan quiebras, desfalcos o presuntos fraudes, como Forum Filatélico, Afinsa, ... (ver post ¡Ponga un sello en su vida!) o los fiascos más sonados recientemente en el sector bancario, consecuencia de los desfalcos y fraudes financieros en toda regla, y no vemos a ninguna firma de consultoría condenada, ni persona física ni, incluso, persona jurídica, por mucho que Gallardón llegue con su discutida Ley Orgánica 7/2012, de 27 de diciembre (ver post "El cubrimiento del velo").
Un amigo defiende con ahínco que los auditores y los administradores
concursales deberían ser como los notarios, personas físicas (no escudándose o protegiéndose en entornos jurídicos) y
con un tope máximo de trabajo asignado en función de los aranceles aprobados.
Te escribo la pregunta que textualmente se realiza una y otra vez: ¿Qué coño
hacen sociedades, ya sean limitadas o, incluso, de profesionales, en esas actividades
“independientes”? La respuesta es fácilmente deducible. Y que no le cuenten a
mi contacto historias de responsabilidad, organización, curriculo, estructura, … o que en Europa tal y tal. Que para eso
están los profesionales con sus respectivas habilitaciones y formación
continuada, para hacer su trabajo (y si desatienden sus funciones, se aplican las
coberturas de los caros seguros de responsabilidad y a expulsarlos del sistema). Encima, tengo que aguantar comentarios como los que me hizo Julio este verano: "Manolo, me han dicho que los administradores concursales sois unos piratas de mucho cuidado".
Por otro lado, da la impresión que determinados colegios profesionales,
al menos de los sectores de la consultoría (titulados mercantiles, economistas,
concursales, administradores, …), sólo quieren a sus colegiados para que
religiosamente atiendan sus cuotas, paguen los cursos de formación, asistan,
pagando también (se paga por todo), a los congresos y para, eso sí, muy
amablemente, recogerles su voto por los candidatos de la élite de siempre,
cuando hay elecciones, o los sectores en la oposición acopiarles la firma para
apoyar un contencioso contra el presunto pánfilo y mesbón representante de turno. ¡Y
todos tan panchos! Al igual que pasa en la política, donde al final el
ciudadano se merece a los representantes elegidos en plebiscito, en estas profesiones, ya sea por
acción u omisión del miembro de base, el colectivo se merece a quienes están en
las juntas directivas. Y como dice un felizmente ex-concursado: "Punto pelota".
¿Y qué futuro les espera a los abogados y abogadas “independientes”? Llegados a este momento, les cuestioné: ¿Y vosotros me animáis a que termine la carrera? Indirectas aparte, como no espabilen, los lobbies presionarán para que se legisle a favor de
las grandes firmas, de forma similar a lo que está pasando en la auditoría y en
la concursal, con lo que no les quedará otro camino que darse de baja o
terminar trabajando a lo freelance para esas organizaciones. Realmente, al
igual que en la política, estamos en un mundo de “pánfilos” y “mesbones”, del
cual yo tengo mi parte de responsabilidad, ya sea con mi voto, con mi abstención o con mi
pasotismo o auto exclusión. Termino con el comentario que Ignacio ha realizado
en Facebook al post “Cuestión de oportunidad” (Gracias, Ignacio):
“Enhorabuena Manuel por el ahorro y buen acabado de tus
obras. Cada vez más gente hace bricolaje, por la crisis económica y por
autorrealización. Lo negativo de esto es la mentalidad de mucho profesional (o
no tanto) del arreglo y la reforma. Su idea, muy arraigada en nuestro país, es
la del "pelotazo" / "sablazo", también conocida como
"toma el dinero y corre". Algunos lo hacen a lo grande en
instituciones financieras, obras públicas, etc.; otros a pequeña escala, pero
la filosofía es la misma.”
Lo dicho, tenemos lo que nos merecemos. Espero equivocarme, pero a veces me da la impresión de que en el fondo todos somos pánfilos y mesbones. Como dice Ignacio,
la filosofía es la misma. La imagen que te dejo es de una caricatura que me hicieron hace unos meses en Torremolinos (Málaga, España).