
Por nombramiento expreso de SS, en la mañana de ayer, en la Ciudad de la Justicia, ejercí la presidencia de una junta de acreedores, donde una mayoría muy
cualificada, por encima del ochenta y cinco por ciento de los créditos, aprobó
la propuesta de convenio presentada por la deudora. Como le decía por la tarde
a un periodista de un medio de comunicación local, en todo caso una muy buena
noticia, tanto para la empresa, como para los trabajadores, los acreedores, como
para el sacrificado sector auxiliar de la construcción y las economías de escala de su ámbito territorial de
actuación. Fue un placer profesional firmar el acta redactado por la Secretaría Judicial.
Ahora les queda un duro camino por recorrer, no exento de gruesas piedras que sortear, pero el ya transitado en estos, también, pedregosos meses de tensa y agotadora negociación y sufrimiento, con una parte de la competencia haciéndoles daño mediante la utilización de presuntas malas artes y difundiendo falsos testimonios, como si entrar en concurso fuera un estigma, con la toma de sensibles decisiones en materia de ajustes de costes, personal y un largo etcétera de reorganizaciones, tijeretazos y saneamientos, creo que los ha fortalecido. Más que nunca deben aprovechar la oportunidad brindada por aquellos acreedores que han creído en el convenio propuesto y han votado a favor. Termino trasladándote mi abatimiento por la actuación en este tipo de protocolos de algunos acreedores institucionales, que votan en contra de forma presuntamente fría y sistemática, salvo cuando se refiere, por ejemplo, a la deuda de una entidad deportiva de primera o los débitos de una organización política afín (Imagen de la película “Salvar al soldado Ryan”; fuente: Wikipedia).
Ahora les queda un duro camino por recorrer, no exento de gruesas piedras que sortear, pero el ya transitado en estos, también, pedregosos meses de tensa y agotadora negociación y sufrimiento, con una parte de la competencia haciéndoles daño mediante la utilización de presuntas malas artes y difundiendo falsos testimonios, como si entrar en concurso fuera un estigma, con la toma de sensibles decisiones en materia de ajustes de costes, personal y un largo etcétera de reorganizaciones, tijeretazos y saneamientos, creo que los ha fortalecido. Más que nunca deben aprovechar la oportunidad brindada por aquellos acreedores que han creído en el convenio propuesto y han votado a favor. Termino trasladándote mi abatimiento por la actuación en este tipo de protocolos de algunos acreedores institucionales, que votan en contra de forma presuntamente fría y sistemática, salvo cuando se refiere, por ejemplo, a la deuda de una entidad deportiva de primera o los débitos de una organización política afín (Imagen de la película “Salvar al soldado Ryan”; fuente: Wikipedia).